El País Semanal
16/12/12
Las manos, siendo importantes siempre, adquieren una relevancia especial en algunas épocas, cuando en la infancia, por ejemplo, manoseamos los tirantes de la ropa interior de mamá al tiempo que la lengua explora el pezón y sus alrededores.
Durante el resto de la vida buscaremos esa textura en la lencería de otros cuerpos para recuperar el placer al que pertenece asociada, igual que el alcohólico busca en cada trago los efectos del primero. También durante la adolescencia adquieren las manos un protagonismo notable, pues el primer contacto físico con el otro se da a través de ellas y de los dedos que nacen de sus palmas para atrapar el aire.Durante el tramo de la vida adulta se les otorga un carácter mas bien instrumental. Significa que dejan de ser manos a secas para devenir en manos de policía de notario, de inspector de Hacienda, de cajero, telefonista, arquitecto, albañil, conductor de autobuses... Tocan, traen, roban, palpan, pegan, cogen, llevan, incluso acarician, pero todo ello con un carácter de orden práctico, casi funcionarial. No somos conscientes de su belleza, de su sensibilidad, de sus necesidades afectivas.
No las cuidamos como los pies, por ejemplo, que tienen una profesión dedicada a su servicio. pero llega la vejez y ahí regresa el sentido moral de las manos, su costado metafórico y sentimental...
La parte triste del artículo me la quedo para mí... ¡Feliz domingo!
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